Nunca me había sentido tan sorprendido por lo increíble de un comercial. De acuerdo a la ficha que encontré en Filmsperu el comercial debe tener más de 6 meses pero recién lo vi ayer. En resumen es la típica “conversación” donde un niño sale de su casa y la mamá le pide que se abrigue. Hay un dicho que dice que las madres piden a sus hijos que se abriguen cuando ellas sienten frio.
En esta variación, la intuición materna llega a tener la razón porque por cosas del destino llueve (algo poco común para Lima por ejemplo) y al final el niño reconoce que su mamá tenía razón y comprende el cariño que le tiene.
Definitivamente cuando reaccione cuasi indignado por lo poco creíble que me pareció el comercial estaba proyectando mi propia experiencia. Mis negociaciones con mi madre no eran tan cordiales porque cuando uno es adolescente pues no tiene frio supongo. Me doy cuenta que esta marca no es para mí, (ojo yo compro fideos y los preparo muy de vez en cuando).
Normalmente pruebo el producto para evaluar la experiencia completa, pero en este caso me encuentro con una barrera puesto que el comercial segmenta con claridad y me deja fuera. Obvio, su slogan es “el cariño de mamá”. Por estas razones de fuerza mayor es que me ha parecido coherente no comprarlo.
Marco Polo ha hecho hasta cierto punto algo bastante acertado, quiere tener empatía con la mamá, diciéndole no solo que ella cuida a su hijo sino que tiene razón. Eso es un cumplido sutil y muy bueno. Acaso el insight del producto sería “yo sé lo que es mejor para mi pequeño”. De lo que estoy seguro es que como hombre soltero no compraré Marco Polo.
Lo que me llama la atención es que una acción que desde el punto estratégico es correcta, escoger un segmento, mantiene una buena flexibilidad porque reconoce algo que cualquier ama de casa valora ya sea moderna o conservadora, tener la razón.
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